miércoles, 10 de julio de 2024

Entrevista a Lydia Carreras

Explorando realidades ocultas: Entrevista a Lydia Carreras, autora de El Atajo 

Guadalupe Lola Pereira

Los alumnos de 4° Economía A y 4° Economía, junto con su profesora de Lengua y Literatura, María Luisa Frey, le realizaron una entrevista a la escritora y autora argentina Lydia Carreras, para conocer más sobre sus pensamientos e ideas y profundizar sobre la novela leída, El Atajo. 


-Alumno: ¿De dónde surgió la idea de ser escritora?

-Lydia Carreras: Surgió cuando uno de mis hijos, me parece que la primera de mis hijas, se casó. Entonces, sentí que la cosa se clarificaba, a pesar de tener todavía, en aquel momento, más hijos en casa, notaba un poco más de tiempo libre. Me recomendaron una profesora de literatura que daba cursos de escritura. Cuando fui, ella me dio una tarea, leímos algunos autores importantes, y cuando lleve la primera tarea hecha, la primera composición, ella la leyó y me dijo “Pero vos ya sos una escritora”, y yo me lo creí (cuenta Lydia entre risas). Me propuso hacer un intento de publicar en revistas locales de acá, de Rosario, además de ir indicándome dónde había algún concurso, o dónde se abría una puerta para que yo intente. Ahí surgió la idea. Hay una revista, creo todavía funciona, que se hace muy artesanalmente y tiene que ver con la escritura, con la poesía. En aquel entonces, les mandé una carta y les pregunté si me aceptarían publicar algo. Me dijeron que si era bueno, lo leerían, lo revisarían y finalmente me lo publicaron. Entonces yo creí que el camino era fácil. 

-Profesora: Vemos como haces énfasis en el camino como un recorrido fácil, aunque sabemos que en argentina ser escritor no es una tarea sencilla.

-Lydia Carreras: No es para nada fácil, pero fue la primera impresión que tuve, como una primeriza. Uno entra y cree que todo es fantástico. Sin embargo, en ese camino de escribir y mandar a concursos, porque yo no conocía a nadie importante de ninguna editorial, pase 2 o 3 años escribiendo y de repente me gané un premio en España. Ahí fue cuando se abrió una puerta importante.  

-Alumna: Refiriéndonos a El Atajo, ¿qué desafíos enfrentaste escribiendo la novela y como los superaste?

-Lydia Carreras: El verdadero desafío fue que es un tema difícil. En realidad, abordo temas difíciles, vamos a decirlo así. Todas las novelas que yo escribo son temas difíciles, entonces, una de las preguntas que me hago es, ¿quién quiere hablar de esto? En mi casa, cuando yo era joven, el tema de la prostitución era un tema poco tratado. Existía, porque todos sabíamos cuáles eran los barrios de prostíbulos, y no estaban lejos de nuestras casas, pero no se hablaba de eso porque la prostitución era un tema oculto, permitido e incluso saludable. Se pensaba que eso favorecía que los hombres pudieran ir a un lugar en donde satisfacían sus necesidades, así se decía antes. Era bueno, porque si no ¿qué iba a hacer la humanidad con un montón de hombres andando por la calle sin tener contacto con mujeres? (Dice con un toque irónico). Este era un tema, y sigue siendo un tema, del que poco se habla. Hoy en día aún se discute si las mujeres tienen derecho o no a vender su cuerpo. En algunas partes de Europa, la prostitución es legal y todo el mundo tiene derecho a ejercerla. Sin embargo, se castiga al cliente. Por lo tanto, todavía no se ha llegado en un nivel humano, universal, a decidir ¿quién es culpable?, ¿a quién le vamos a endilgar el “ilegal”?, el hombre por buscar, la mujer por ofrecer, ¿y si ambos están de acuerdo? Existen un montón de costados. Por ende, yo pensé que era un tema difícil. También podía ser que la novela no le interesa a nadie, que no se vendiera nunca. Yo siempre tengo muchas ganas de escribir, pero también tengo que elegir ¿quién va a leer esto?, ¿lo van a leer en la escuela secundaria? 

-Alumno: ¿Alguna vez pasaste por un bloqueo mental a la hora de escribir? Y si es así, ¿cómo haces para seguir adelante?

-Lydia Carreras: Si he tenido. Ustedes hoy cuando vinieron a la escuela y alguien los llamó a las 6:30h de la mañana para que desayunaran, ¿todos estaban inspirado para venir a clase, acompañados por una sensación de entusiasmo imparable para asistir? (Entre risas, los alumnos responden que no) Como ven puede pasar. Algunos días abro los ojos y sé que encontré la palabra que necesitaba. Otras veces hasta sueño un diálogo cortito y me doy cuenta que eso me estaba haciendo falta. O a lo mejor estoy comiendo con mi familia los días domingo y alguien dice algo que me llama la atención. Por ende agarro una libretita y anoto, porque sé que eso me está haciendo falta. Ahí es cuando mi familia dice “Ojo que está notando algo que alguien dijo, ojo que lo va a poner”. La inspiración está en todos lados, yo estoy siempre atenta. También se presenta un poco la intuición, además de palabras o reacciones de otros; observo todo. Sin embargo, hay veces que la página se queda en blanco, eso también forma parte de mi trabajo.

-Alumno: ¿Sentís algún tipo de presión al dirigirte hacia los adolescentes, debido a la diferencia de edad o las distintas opiniones que puedan surgir, o lo tomas con clama y lo disfrutas plenamente?  

-Lydia Carreras: Es una buena pregunta. Cuando yo empecé a escribir y empecé a ganar premios no pensaba que estaba para escribiendo para personas de cierta edad, excepto una vez, cuando apareció un aviso en la subsecretaría de Cultura de Rosario, donde se estaba buscando un cuento que tuviera 3 páginas, determinado número de caracteres, y que fuera para niños de 10 a 11 años. Esa fue la única vez que yo en mis comienzos dije “¿Pero, cómo hablan los chicos de 10 a 11?”  Aún no tenía nietos. Finalmente, encontré la voz de forma natural. Yo estaba enfocada en que los chicos que iban a leer ese cuento tuvieran de 10 a 11. Luego no le preste atención a esa experiencia, pero a medida que empecé a trabajar con editoriales y tuve mi propia editora, la situación cambió. Ahora estoy muy consciente de cómo hablan los chicos más jóvenes. Tengo nietos de todas las edades, pero cuando escribo para adolescentes llamo a uno de ellos y le pido que lea una página y me diga si está escuchando a alguien de su edad. Entonces va leyendo y me sugiere cambios o modificaciones, como cambiar alguna expresión o utilizarla en otra parte del texto. Me ayuda a armar el relato y yo le hago caso, porque siempre tiene razón. Así que sí, soy muy consciente de eso. 


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