Aparato Crítico:
Eduardo Faustino Wilde nació el 15 de junio de 1844 en Tupiza, actual Bolivia, donde su familia se encontraba exiliada durante la dictadura de Juan Manuel de Rosas. Su padre, Diego Wellesley Wilde, era un comerciante de origen británico radicado en Salta, y su madre, Visitación García, provenía de Tucumán. Con la caída del régimen rosista, los Wilde regresaron a la Argentina, estableciéndose en el norte del país.
Eduardo cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, un centro educativo que formó a muchos de los futuros dirigentes de la Generación del ’80, entre ellos Julio Argentino Roca, Victorino de la Plaza y Olegario Víctor Andrade. En 1864 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1870 con una tesis titulada El hipo. Durante sus años como estudiante se destacó por su compromiso social, participando como voluntario en la lucha contra las epidemias de cólera (1867-1868) y fiebre amarilla (1871), experiencias que marcaron su carrera médica y su sensibilidad hacia los problemas de salud pública.
Además, prestó servicios como médico militar en la Guerra del Paraguay, donde demostró su vocación y valentía. Tras su regreso a Buenos Aires, ejerció la docencia en la universidad, dictando cátedras como Anatomía, Medicina Legal, Toxicología e Higiene, y contribuyendo a la modernización del estudio de la medicina en la Argentina.
Su carrera no se limitó al ámbito médico. Wilde también tuvo una activa participación política dentro del movimiento liberal de la Generación del ’80, que impulsó la consolidación del Estado nacional y la modernización del país. Fue diputado, ministro de Justicia e Instrucción Pública durante la presidencia de Julio Argentino Roca, y más tarde ministro del Interior con Juárez Celman. Desde esos cargos promovió leyes fundamentales como la enseñanza laica, el matrimonio civil y la creación del registro civil, medidas que consolidaron la separación entre la Iglesia y el Estado y favorecieron la educación pública. También tuvo una destacada trayectoria diplomática, representando a la Argentina en diversos países de Europa y en los Estados Unidos.
Paralelamente, Wilde desarrolló una importante obra literaria, que se caracteriza por un estilo sobrio, irónico y profundamente humano. Su escritura combina observación crítica, humor y reflexión moral, lo que lo convierte en una de las voces más originales del siglo XIX argentino. Entre sus obras más importantes se encuentran Tini, Tiempo perdido, Prometeo & Cía., Viajes y observaciones y Aguas abajo, donde combina el relato de viajes, la memoria y la crítica social. A través de ellas, dejó testimonio de su tiempo y de su mirada sobre la Argentina moderna, sus contradicciones y desafíos.
Wilde fue un hombre de ciencia, política y letras. En el ámbito sanitario, trabajó incansablemente por la mejora de la salud pública y la educación médica. En la política, defendió la libertad de pensamiento, el progreso científico y la secularización del Estado. En la literatura, aportó una mirada aguda y moderna sobre la sociedad argentina, anticipando rasgos del realismo y del modernismo.
Falleció el 5 de septiembre de 1913 en Bruselas, mientras cumplía funciones diplomáticas. Sus restos fueron trasladados a la Argentina y descansan en el Cementerio de la Recoleta. El legado de Eduardo Wilde perdura como el de un intelectual integral, comprometido con el progreso, la ciencia, la educación y la cultura. Su vida refleja el espíritu de una época de transformación en la Argentina, en la que el conocimiento, la razón y la libertad fueron las herramientas para construir una nación moderna.
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