Aparato Crítico:
Domingo Faustino Sarmiento nació el 15 de febrero de 1811 en San Juan, Argentina (sin embargo, algunas fuentes sostienen que nació el 14 del mismo mes pero fue registrado al día siguiente). Fue hijo de José Clemente Sarmiento y Paula Albarracín. Creció en un ambiente de humildad, con la fuerte influencia de su madre, quien sería su referencia moral constante.
Desde niño mostró curiosidad por aprender. Asistió a la Escuela de la Patria en San Juan, pero su educación formal fue irregular. Aprendió de distintos maestros ocasionales; comenzó a trabajar muy joven como dependiente de tienda mientras leía con ahínco y profundizaba su interés por la historia, los idiomas y la literatura.
En 1825, luego de que su tío José de Oro fuera desterrado, lo acompañó a San Francisco del Monte, en San Luis, donde ambos organizaron una escuela. Ahí aprendió latín, enseñó a otros y comenzó a definir su vocación por la docencia.
Durante los años siguientes, vivió en San Juan, entre trabajos modestos, estudios autodidactas, y también se involucró políticamente en el ambiente de las luchas entre unitarios y federales. En 1829 siguió al general José María Paz en la causa unitaria, y más tarde, cuando las fuerzas federales bajo liderazgo de Facundo Quiroga tuvieron peso, Sarmiento se vio obligado al exilio.
El exilio lo lleva a Chile en 1831, donde realiza tareas diversas: trabaja como maestro, minero, funda escuelas, participa en publicaciones. Desde allí también empieza a construir su pensamiento político y cultural. Su obra literaria comienza a consolidarse, y entiende que los viajes, los modelos extranjeros, las instituciones educativas modernas son ejemplos que pueden ayudar a la transformación argentina.
Uno de sus textos más significativos, Facundo, o civilización y barbarie, el cual habla sobre la vida de Juan Facundo Quiroga, comenzó a publicarse en 1845 como folletín en El Progreso en Chile. En este desarrolla la idea de que para superar la división interna de Argentina, había que enfrentar lo que él llamaba “la barbarie” (representada en el caudillismo, la dispersión, la dominación regional tradicional, la falta de institucionalización) mediante la civilización: educación, orden, inmigración, infraestructura, adopción de modelos extranjeros.
En su vida personal, Sarmiento tuvo relaciones complejas: por ejemplo, su hija Ana Faustina, nacida en exilio; relaciones con Aurelia Vélez, figuras políticas cercanas, aportes afectivos y reflexivos. Regresó definitivamente a la política argentina institucional en los años de organización nacional. Fue gobernador de su provincia natal, delegado en distintos cargos públicos, senador, diplomático. En 1868 fue elegido Presidente de la Nación, con Adolfo Alsina como vicepresidente. Durante su presidencia (1868-1874) promovió políticas de expansión de la educación pública, de construcción de infraestructura como ferrocarriles y telégrafos, mejoramiento de comunicaciones y salud pública. También impulsó la inmigración europea con la idea de modernizar el país.
Sarmiento murió el 11 de septiembre de 1888 en Paraguay. Como legado dejó una vasta obra educativa, literaria y política, con tensiones y contradicciones, pero con un impacto profundo en la concepción argentina del Estado-nación, de la educación como motor del progreso, y del contraste entre civilización y barbarie como lente para entender la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario